¿Alguna vez has escuchado que las vacunas producen autismo o que el alunizaje fue un montaje de la CIA porque, en realidad, la Tierra es plana? Por más descabellado que pueda sonar, existen miles de comunidades en línea, con millones de seguidores, que creen esto. Y no solo lo creen, sino que están activamente comunicándose y compartiendo más y más contenido que refuerza estas ideas en comunidades que “operan con sus propias normas, medios de comunicación, autoridades de confianza y estructuras con sus propios hechos”.

Así explica la investigadora en desinformación y manipulación en línea, Renée DiResta, el bucle de información que refuerza las creencias propias. A esto se le conoce como el efecto cámara de eco o burbujas de información, que provoca que te aparezcan más y estés más expuesto a ideas que manifiestas o con las que sueles estar de acuerdo. Pero no es solo que personas que piensan similar se relacionen, sino que los algoritmos de redes sociales y los influencers están explotando estas creencias para crear realidades paralelas. 

A esto, Renée DiResta las llama ‘realidades a la medida’, “que son hechas por y para el individuo. Se trata de una “epistemología escogida por ti mismo: algún medio de noticias en algún lugar ha escrito una historia que quieres creer; algún influencer está promocionando la dieta que quieres hacer o demonizando al grupo que tu también odias”, explica.

Esto es posible gracias a una combinación poderosa, algoritmos diseñados para mantenernos ‘enganchados’ a contenido que nos guste y un simbiosis con creadores de contenido que te dicen qué pensar y cómo es el mundo de forma casi personal, según afirma DiResta en su libro ‘Invisible Rulers: The People Who Turn Lies Into Reality’.

Los algoritmos

En 2021, la exgerente de producto de Facebook, Frances Haugen, declaró ante el congreso de Estados Unidos que sus redes sociales “lastiman a los niños, promueven la división y debilitan nuestra democracia”.

Esto ocurre porque los algoritmos que hacen funcionar a las redes sociales explotan la “sabiduría de las masas”, que supone que utilizar las acciones, ideas y preferencias de otros resultará en tomar mejores decisiones. Esto tenía ventajas en nuestro pasado remoto, donde copiar acciones de individuos exitosos podía hacernos eficientes, y sancionar violaciones morales servía para aumentar la cooperación de la comunidad, explica el profesor asistente de Management y Organizaciones de la Universidad Northwestern, William Brady.

Actuar así es útil para tomar decisiones simples, como empezar a correr si ves a mucha gente corriendo en tu dirección, sin embargo, están basadas en suposiciones que nos parecen convincentes, añade Filippo Menczer, profesor de informática y ciencia computacional de la Universidad de Indiana. 

En una de sus investigaciones, Menczer mostró que virtualmente todas las plataformas de la red, desde redes sociales hasta sistemas de recomendación de noticias, funcionan con algoritmos que dependen en gran medida de un fuerte sesgo de popularidad

“Estos algoritmos toman señales como lo que gustas, comentas y compartes: en otras palabras, contenido con el que te involucras. La meta de estos algoritmos es maximizar este compromiso, encontrando qué le gusta a las personas y poniéndolas al comienzo de sus feeds”, explica.

Y aunque esto pueda sonar razonable, lo que Menczer encontró es que no es cierto que la popularidad hará que aparezca más contenido de calidad, sino todo lo contrario: mientras más se incline el algoritmo por recomendar contenido popular, menor será la calidad de su información.

El investigador advierte que esto no solo ocurre con los algoritmos, sino que a las personas también las afecta este sesgo, a través de un mecanismo conocido como “contagio complejo”. “Esto significa que mientras más veces las personas se exponen a una idea en línea, es más probable que la adopten y la compartan. Cuando las redes sociales le dice  a las personas que algo es viral, sus sesgos cognitivos se activan y se trasladan a la urgencia irresistible de prestar atención y compartirlo”, explica Menczer

Los influencers

De acuerdo con el más reciente libro de Renée DiResta, los influencers son el otro gran componente de estas ‘realidades hechas a la medida’. Como explica en esta entrevista para Wired, si los algoritmos activan nuestros sesgos, los influenciadores ponen los seguidores. 

“Incluso influencers de teorías de conspiración tienen millones de seguidores en este momento. Los medios de comunicación ‘mainstream’ no tienen necesariamente son leídos de la misma forma o tienen tantas vistas en sus contenidos, mientras los influencers son empujados algorítmicamente en tu feed y tienen la habilidad de contestar, de vincularse de una manera que las marcas de medio usualmente no pueden”.

Lo que más impresionó a DiResta fue la habilidad de estas personas para crear realidades solo al hacer algo tendencia. “Tienes estos juegos de realidades incrementándose, donde hay una profunda convicción construida a través de muchos, muchos años reforzando los mismo tropos y teorías. No puedes corregir eso solo con una verificación de datos”.

Esta vinculación personal es tan importante, que sin los influencers, las cámaras de eco podrían, incluso, despolarizar a las personas, como mostró un experimento de Damon Centola, doctor y profesor de los departamentos de comunicación, ingeniería y ciencia aplicada de la Universidad de Pensilvania.

Según Centola, los influencers están, literalmente, en el centro de las conversaciones en Internet, pues la mayoría de sitios en internet funcionan de forma centralizada. Esto permite que cuando un influencer dice algo, lo que sea, llegue a todas las personas de su red. “En las redes centralizadas las ideas se filtran, a veces incluso son bloqueadas, por el poder de un influencer”.

En otros modelos de redes, como las igualitarias, añade el experto, esto no ocurre y las ideas que surgen de cualquier parte de la red pueden ser escuchadas y debatidas. En estos casos, incluso, los “bandos” opuestos pueden entender mejor el punto de vista del otro, como demostró el investigador en otro experimento.

“Esta característica [funcionar de forma centralizada en unos influenciadores clave] es una de las razones por las que la desinformación y las noticias falsas se han vuelto tan penetrantes. En este tipo de redes, los influencers sesgados tienen un impacto desproporcionado en su comunidad, al permitir que los rumores y suposiciones se amplifiquen y se establezcan como falsas creencias y conceptos”, explica.

A pesar de que sabemos cómo funciona este mecanismo de internet, hay pocas herramientas para enfrentarlo. Investigaciones han mostrado, por ejemplo, que la regulación podría ser insuficiente para cambiar esta dinámica. Por eso, otros investigadores sugieren un acercamiento más individual, que nos permita reconocer este tipo de interacciones y ponerles un freno antes de que se arraiguen en nuestras creencias