¿Por qué los emprendedores deberían pensar como científicos?
¡Eureka! dicen que gritó Parménides al descubrir cómo medir el volumen de un cuerpo irregular. El físico griego llegó a esta conclusión utilizando una manera de acercarse a los fenómenos basada en la observación y la experimentación: el método científico. Aunque se le suele relacionar exclusivamente con la investigación y la academia, pensar “científicamente” puede ser clave para lograr el éxito de un emprendimiento, especialmente durante las primeras etapas.
Si bien existen modelos estratégicos, como el Canvas o el Balanced Scorecard, una reciente investigación hecha entre 759 start-ups europeas mostró que había un grupo de estas que mostraba un desempeño mejor que las otras: aquellas que utilizaban el método científico para resolver problemas.
Según explica Alfonso Gambardella a la publicación Harvard Business Review, uno de los autores del estudio y profesor de gerencia corporativa en la Universidad Bocconi, esta investigación surgió al preguntarse por qué fallan tantas start-ups.
“Nos dimos cuenta de que muchos emprendedores no eran muy buenos haciendo predicciones sobre sus negocios y esto los afectaba al momento de tomar decisiones importantes”, dijo.
El experimento seleccionó a un grupo de emprendimientos nacientes a los que se les entrenó en marcos estratégicos y en técnicas para recolectar información como entrevistas cualitativas o pruebas A/B. Además, se les pidió aplicar el método científico de la mano con estas metodologías.
Estas compañías no solo atrajeron alrededor de 28.000 euros más que las que no utilizaron el método científico, sino que esto les permitió no insistir en ideas inviables y hacer cambios si los resultados lo sugerían.
Este punto es clave pues, según explica, cambiar de dirección es algo común en las etapas iniciales de las start-ups. Por ejemplo, Youtube comenzó como un sitio de citas y PayPal fue primero una empresa de seguridad de internet.
Pero, ¿cómo dejar de enfocarse en las teorías o intuiciones preliminares y prestar más atención a los resultados de tus experimentos y pruebas, que deberían proveer luces sobre el panorama del mercado y la viabilidad de las ideas a probar?
Te lo explicamos paso a paso:
Pensar de manera científica
De acuerdo con Duncan J. Watts, investigador de Microsoft Research y autor del libro ‘Everything Is Obvious: How Common Sense Fails Us’, aunque suene redundante, una mentalidad científica se nutre del método científico, que, según explica, es una estrategia para conocer el mundo de manera sistemática y replicable.
En términos generales, este método consta de 6 secciones:
- Observación.
- Inducción o deducción.
- Hipótesis de resultados.
- Experimentación de la hipótesis.
- Análisis y conclusiones.
- Formulación de una teoría.
“Comienza con una pregunta general basada en tu experiencia; elabora una hipótesis que resuelva el interrogante y que ayude a generar una predicción comprobable; reúne los datos para probar esta predicción; y, finalmente, evalúa tu hipótesis en relación con otras hipótesis sobre el problema”.
Sin embargo, Watts también sostiene que el complemento a estos datos es la intuición y la imaginación. Aunque no siempre lo que nos parece es lo correcto, la teoría y la información “son el yin y el yang del método científico”. Mientras una plantea las preguntas correctas, los datos las intentan responder.
El investigador también advierte que, a pesar de todas las cualidades de actuar científicamente, este método tiene limitantes en el mundo real: “Al contrario de los científicos, que tienen el lujo de poder hacer juicios hasta que tienen la evidencia que lo respalda, los líderes de negocios o políticos generalmente tienen que actuar con algún nivel de ignorancia”. Es decir que, sin importar lo rigurosas que puedan ser las decisiones que se quieran tomar, se debe adivinar un poco.
Pero aunque el método científico tenga limitantes en el mundo empresarial, si su aplicación en la estrategia corporativa es transversal, este método enseña a no inferir demasiado de los resultados o del llamado “sentido común”.
Pero, ¿cómo comenzar a incorporar este método en una estrategia de negocios? Basados en el estudio del profesor Gambardella, HBR señala tres pasos a tener en cuenta:
Plantea tu hipótesis principal
Acá es donde entra en juego parte de tu intuición. Comienza con la idea que intuyes que es la más posible. De acuerdo con Gambardella, esto sirve porque “debes comenzar por algún lado. Pero también debes tener otras teorías potenciales que puedas probar si pruebas que la primera que tenías es incorrecta”, advierte.
Define las condiciones fundamentales que subyacen a tu hipótesis y experimenta
Para entender esto, habría que recordar a Leonardo Del Vecchio, quien es el fundador de la fabricante de monturas de anteojos más grande del mundo, Luxottica. Antes de que fuera el gigante que es hoy, Del Vecchio quería hacer crecer su negocio y, pensando en cómo, llegó a la idea de que las gafas no tienen que ser simplemente un objeto para corregir la visión, sino que podrían ser un artículo de moda.
Del Vecchio se alió con marcas de moda para probar dos hipótesis: ¿su empresa podría producir gafas de moda? y ¿Podría cambiar su modelo de venta y no depender de tiendas intermediarias?
“Puedes hacer una lluvia de ideas sencilla para identificar el tipo de incertidumbres que subyacen a tu hipótesis, pero enfócate en unas pocas para plantear tus experimentos”, sugiere Gambardella.
Aquí, entonces, es el momento de experimentar con tus hipótesis. En el caso de Luxottica, su fundador se alió con casas de moda como Armani para crear nuevos diseños. Esto aumentó las ventas y, con el tiempo, convirtió a esta marca en el gigante avaluado en más de 95 mil millones de dólares que es hoy.
Refina tus teorías y pruébalas de nuevo, pero más extensamente
Según explican en HBR, una empresa de motos eléctricas compartidas hizo algunos ensayos y experimentos sobre quiénes usarían más este servicio. Los resultados mostraron que podría tener mayor demanda entre jóvenes profesionales. Sin embargo, la empresa no se quedó solo con estos resultados, sino que amplió el alcance de sus experimentos a más y distintos espacios urbanos hasta que estuvieron seguros de encontrar un camino que seguir.
“Los emprendedores que adoptan el método científico no son visionarios, sino que son conscientes de que sus teorías pueden ser equivocadas. Y si lo están, las modifican para probar de nuevo. Si ninguna teoría es exitosa, terminan el emprendimiento”, afirma Gambardella.
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Si bien es posible que el método científico no sea una solución fácil o única para todas las empresas, de cualquier manera, utilizarlo enseña a no concluir demasiado de cualquier resultado. Esto implica no creer ciegamente en los datos que nos muestra un resultado, en las explicaciones posibles o en ideologías. En palabras de Watts, acercarnos a los negocios de esta manera puede ayudarnos a aceptar que, en algunas ocasiones, simplemente no sabemos.