Si las empresas quieren que sus empleados se sientan como parte de una familia, ¿por qué no está bien visto mostrar tristeza o vergüenza en la oficina como lo haríamos en casa? Si lo pensamos, los trabajos son lugares en los que constantemente las personas expresan otras emociones: usualmente la gente ríe, se divierte o se estresa durante su jornada laboral. Pero no pasa lo mismo con sentimientos como la tristeza, vergüenza, ira o pena.
“Puedes estar calmado. Puedes ser feliz. Pero las personas se incomodan si muestras tristeza y muchas personas encuentran difícil sentirse tristes en público”, explica el científico cognitivo Art Markman.
No se trata de gritar, de salir corriendo cerrando puertas o de esconderse en el baño para llorar. Pero mostrar estas y otras emociones es necesario para evitar peores exabruptos en el futuro. De acuerdo con la consultora de emprendimientos Yolanda Lau “es esencial ser consciente de tus sentimientos y emociones internas, conectarse con esas emociones y nombrarlas. Sin esta conciencia, es difícil manejar o cambiar esos sentimientos”.
¿Cómo fomentar un espacio seguro para identificar las causas de las emociones y lograr expresarlas con madurez y profesionalismo? En otras palabras: ¿Cómo hacer sentir a tus empleados como en familia?
Volverse una familia
Las emociones son tan contagiosas como los virus. Así lo ha mostrado una investigación de la doctora Sigal Barsade, en la que muestra evidencia experimental del “contagio emocional”, un fenómeno conocido desde 1993.
“Mi investigación revela que las emociones, tanto positivas como negativas, se propagan entre tus empleados como virus. Rutinariamente las personas “se contagian” los sentimientos de otros cuando trabajan juntos en grupos”, explica.
Además, la investigación de Bersade también demuestra que el estado de ánimo de las personas influye significativamente en sus juicios y decisiones de negocios.
En su experimento, por ejemplo, varios actores debían representar a un gerente con cuatro ánimos distintos: entusiasmo alegre, afecto calmado, irritabilidad hostil y lentitud depresiva.
Para su sorpresa, los grupos que tuvieron emociones positivas no solo se contagiaron de alegría o calma, sino que “también mostraron más cooperación, menos conflictos interpersonales y sintieron que se desempeñaron mejor en su tarea que los grupos que “se contagiaron” de emociones negativas”. Incluso, estos grupos tuvieron un manejo de recursos financieros más equitativo.
Todo esto sin contar con que más investigaciones han mostrado que trabajar en culturas laborales de felicidad también reduce el burnout emocional de los empleados. Sin embargo, para que un equipo pueda tener más y mejores momentos de felicidad, hay que abrir un espacio para la tristeza.
Tristes y orgullosos
El científico cognitivo Art Markman cuenta que, durante reuniones rutinarias que tiene con equipos de trabajo sobre el estrés, la mayoría de los empleados quiere experimentar más dicha, felicidad y satisfacción en el trabajo.
Para lograrlo, sin embargo, Markman tiene un consejo: “Si quieres experimentar más dicha, tienes que aceptar la tristeza como una emoción. Debes aceptarla como parte de ti y debes ayudar a otros a experimentarla también”.
¿Significa esto que las personas deberían estar más tristes en su trabajo? No necesariamente. La idea de este científico es que la tristeza no debería ser una emoción que se oculte. De hecho, los baños son los lugares predilectos para llorar.
Para Markman, esto ocurre porque emociones como el estrés o la tristeza están vinculadas a resultados laborales negativos. Por eso, las personas utilizan dos estrategias para evitar mostrar tristeza en público: “desengancharse” de la meta que provocó esta emoción y reencuadrar el resultado para enfocarse en situaciones o causas que permitan sentir emociones distintas a la tristeza.
El problema es que estas tácticas provocan que la persona también se“desenganche” de buscar los resultados positivos que eviten la tristeza y les darían más felicidad. Por eso aconseja no embotellar estas emociones.
“La meta con esto no es solo crear un espacio seguro para sentir emociones, sino también permitirle a las personas retener su enfoque en resultados deseables. Aunque se sientan tristes en ese momento, esto abre más oportunidades para la felicidad en el futuro”, sostiene.
El truco de la “acción opuesta”
La tristeza no es la única emoción que solemos tratar de ocultar. Aunque constantemente en el trabajo podemos sentir rabia frente a una injusticia o vergüenza por un llamado de atención.
Cuando alguien se enfrenta a estás emociones, la coach de liderazgo Melody Wilding tiene una técnica para evitar reacciones exageradas, inmaduras y poco profesionales como gritar o esconderse de un compañero de trabajo.
La llamada técnica de la acción opuesta es una habilidad para regular las emociones. La idea de esta técnica es ayudarte a entender tus emociones y decidir qué hacer con ellas.
Lo primero que se debe hacer es identificar el impulso que nos provoca determinada emoción. Luego, establece si alguno de estos impulsos se ajustan a la situación y al lugar en el que estás.
Finalmente, y como su nombre indica, si la acción no se ajusta a tus fines o al momento, toma la acción opuesta a la que pensaste. De hecho, Wilding recomienda idear tres acciones posibles.
"La primera es típicamente una respuesta mediada por el miedo, pero notarás que estas se vuelven menos extremas porque estás reactivando tu córtex prefrontal (el área del cerebro responsable del autocontrol y pensamiento profundo)", explica.
Así, la tercera acción prevista es usualmente la más balanceada emocionalmente y, por tanto, la que puede dejarte con la mayor sensación de satisfacción.
¿Qué puedes hacer como líder?
De acuerdo con Oyinkansola Alabi, fundadora de Emotion City y conocida como la ‘doctora emociones’, ofrece cinco consejos para mejorar la inteligencia emocional de un espacio de trabajo.
- Construye una red de apoyo: este tipo de redes permite conectar con otros en áreas o momentos en los que alguien puede tener dificultades. Esto también implica que habrá una red más grande de personas con las que celebrar las victorias.
2. Cultiva una cultura de cooperación: Cuando los empleados se sienten apreciados y escuchados, no solo se crea una sensación de orgullo, sino que la moral y la productividad también mejoran.
3. Aprende a reconocer y responder ante la tensión: Esto puede ayudar a frenar las reacciones poco profesionales. Una táctica clásica es desviar el foco de la tensión por otro tema y bajar el tono con humor.
4. Enseña habilidades de inteligencia emocional: Enfócate en habilidades como regulación emocional, empatía, autopercepción y conciencia interpersonal. Un primer paso es establecer una política de regulación emocional que establezca qué tipo de comunicación es y no es apropiada.
5. Toma un tiempo para reflexionar y establecer: como todas, las habilidades de inteligencia emocional también se desarrollan con la práctica. Por esto mismo es importante reflexionar sobre cada situación que pudo presentar. Puedes llevar un diario o hacer listas de las emociones que sentiste en el día.