Israel como país, es relativamente joven y pequeño. Con apenas unos 70 años desde su fundación al término de la segunda guerra mundial, cuenta con una población de 8.5 millones de habitantes, y su extensión geográfica es aproximadamente la mitad que la del estado de Baja California Sur.
La situación de Israel no es fácil. No cuenta con recursos naturales y está ubicado en un territorio semidesértico. Desde su fundación ha estado en guerra o bajo constante amenaza de guerra, y su mercado doméstico no es grande. Sin embargo, a pesar de situarse en medio de una de las zonas más conflictivas del mundo, Israel es hoy uno de los países más prósperos de la región, y junto con Silicon Valley, se posiciona como uno de los centros de innovación y desarrollo más importantes del mundo.
El éxito de Israel parte de su espíritu emprendedor; su economía está basada en el desarrollo de capital humano, la innovación y el conocimiento. Es el país con la mayor inversión per cápita en investigación y desarrollo; cinco de sus nueve universidades están dentro de las mejores del mundo, y el 60% de la población cuenta con un grado de educación superior.
La inversión en talento ha hecho que más de 500 aceleradoras y fondos de inversión se hayan instalado en Israel para impulsar el emprendimiento. Israel es el país que genera el mayor número de empresas nuevas cada año, por lo que hoy se le conoce como el “Startup Nation”.
¿Cómo logró Israel esta transformación en tan poco tiempo? ¿Cómo pasó de ser un país desértico y en guerra a un estado próspero y posicionado como centro global de innovación?
A principios de mayo fui invitado a la TAU Innovation Conference 2017organizada por STARTAU, el centro de emprendimiento de la Universidad de Tel Aviv. Junto con el equipo directivo del IPETH, un equipo conformado por emprendedores Endeavor, viajamos a Israel para discutir sobre los desafíos futuros del sector salud y educación. Durante una semana, participamos como parte del jurado en el Global Startup Challenge, y asistimos a una serie de paneles, grupos de discusión y seminarios de innovación. De esta manera, tuvimos la oportunidad de convivir con empresarios, inversionistas, académicos, y funcionarios de gobierno, para discutir sobre los factores que contribuyeron a la transformación y al éxito de Israel.
En general, todos coinciden en los principales factores que transformaron al país. Les comparto el aprendizaje que resumí en 4 temas: incertidumbre, talento, agricultura, y miedo al fracaso.
1) Incertidumbre
No saber lo que va a suceder el día de mañana es algo que nos preocupa a todos. Como hemos visto en los últimos meses con el precio del dólar y la bolsa de valores, los mercados son más volátiles en tiempos de incertidumbre y la inversión disminuye si las empresas no ven un futuro estable. En general, no queremos vivir con incertidumbre. Preferimos la certeza de saber lo que va a ocurrir el día siguiente.
Sin embargo, en Israel, la incertidumbre es normalidad. Las constantes amenazas de guerra hacen que los israelitas crezcan en un entorno de inseguridad y naturalmente se preparan para ella. El ejército juega un papel muy importante en este proceso de preparación. Todos los jóvenes hacen el servicio militar al cumplir 18 años, dos años para las mujeres y tres años para los hombres. En el entrenamiento, los soldados desconocen los retos que tendrán que afrontar cada día. Pero saben que algo va a suceder, y tienen que estar preparados para cualquier escenario. Se entrenan física y mentalmente para las distintas situaciones que podrían surgir. Ante algún evento inesperado, la preparación les permite responder de manera efectiva.
El servicio militar juega un rol importante en la formación de los jóvenes. En el servicio se empieza a formar el espíritu emprendedor que caracteriza a los israelitas. También contribuye a la cohesión social característica de su pueblo, ya que, durante tres años, todos los Israelitas conviven entre ellos independientemente de su nivel socioeconómico. La preparación física y mental es importante, pero en estos tres años de servicio militar, los jóvenes desarrollan su capacidad de liderazgo, responsabilidad, comunicación, trabajo en equipo, trabajo bajo presión, disciplina y resiliencia. Muchos coinciden en que el ejército produce líderes orientados a resultados y resolución de problemas. Estas aptitudes son necesarias para la operación efectiva del ejército, pero en otro contexto, son competencias esenciales para cualquier emprendimiento.
En otras palabras, los israelitas están estableciendo una ventaja competitiva. Hoy en día, los cambios son constantes y cada vez más frecuentes. Por lo tanto, el entorno futuro es cada vez más incierto. Los israelitas están preparados para la incertidumbre, y su capacidad de adaptación les permitirá ajustarse y responder más rápido a los cambios en el mercado que las personas, empresas o países que no tengan el capital humano para adaptarse. Las empresas que no puedan responder oportunamente y adecuarse al cambio desaparecerán.
2) Talento
En Israel, el capital humano es uno de los pilares del crecimiento económico y el desarrollo de talento es una política de Estado. La educación superior es altamente valorada y las mejores universidades son públicas. Es el país con más ingenieros per cápita a nivel mundial y 60% de las personas tienen un grado de educación superior, lo que ubica al país en el 4to lugar de los países de la OCDE.
La Autoridad de Desarrollo de Jerusalén tiene como misión atraer y retener a los mejores estudiantes. ¿Cómo lo hacen? Les ofrecen las mejores universidades del mundo, la mejor experiencia educativa, y la promesa de llevar a la realidad sus ideas. Los estudiantes tienen un ecosistema de emprendimiento a su disposición. Los jóvenes tienen acceso a fondos de inversión, aceleradoras e incentivos del gobierno para desarrollar sus ideas desde la universidad.
La aceleradora Siftech, como ejemplo, tiene un fondo de inversión – Fresh Fund – que opera de manera singular. El fondo es administrado por estudiantes y para estudiantes. Los mejores alumnos seleccionan los proyectos de otros estudiantes para invertir capital semilla. La lógica de este modelo es que los estudiantes están en el lugar donde se generan las ideas y el conocimiento. Son además “early adopters” de nuevas tecnologías. Por lo que son las personas ideales para identificar anticipadamente, seleccionar y promover los mejores proyectos. Talento genera talento.
En la educación superior sobresale un dato interesante, la edad promedio de los estudiantes es superior a la de los demás países. Los estudiantes israelitas terminan la universidad a los 27 años de edad, comparado con los 23 años en otros países. Esto se explica por dos factores, primero, los tres años que los jóvenes pasan en el servicio militar, y segundo, la mayoría de los jóvenes viajan un año por el mundo al concluir el servicio. Durante su paso por el ejército, los estudiantes desarrollan habilidades para la vida. El año que viajan les sirve para formarse una visión global, aprenden de otras culturas, de otros mercados, de otras necesidades, de lo que se hace bien y lo que se hace mal en otros países. Esta visión les servirá más adelante en su actividad como emprendedores.
Entrar a la universidad con mayor edad no es una desventaja, al contrario, es una oportunidad. Los jóvenes tienen una perspectiva más amplia de lo que quieren hacer cuando eligen una profesión, y estudian con un objetivo en mente. En esta etapa, el espíritu emprendedor que empezó a formarse desde el servicio militar, se fortalece con los conocimientos técnicos de la educación superior.
En el servicio militar y la universidad, los jóvenes desarrollan la capacidad de pensar de forma abstracta para enfrentar problemas nunca antes vistos, y de superarlos de manera lógica, analítica, inteligente y original. Esta es una habilidad altamente valorada por las empresas de alta tecnología.
No es coincidencia que las principales compañías tengan oficinas en Israel. Empresas de alta tecnología como Intel, Microsoft, IBM, Cisco y Motorola y más de 300 otras empresas internacionales han establecido sus centros de investigación y desarrollo en ese país. Israel es un líder mundial en desarrollo de tecnologías de vanguardia en software y comunicaciones, lo que ha derivado en una serie de adquisiciones de empresas tecnológicas israelíes por empresas como Google, IBM y Facebook. Las adquisiciones más relevantes abarcan varios sectores de alta tecnología, incluyendo software, aplicaciones móviles, fintech, y ciberseguridad entre otros.
Las empresas encuentran en Israel el talento necesario para crear la tecnología del futuro. El talento genera talento y no hay mejor ejemplo de lo anterior que el de Helena Wexler. Helena, una graduada en arquitectura de diseño, ganó un premio de la NASA por su propuesta para construir vivienda en Marte con una impresora 3D. Ahora ella es la directora de JNEXT, un programa para fomentar el emprendimiento de los estudiantes. Pronto asistirá a la Universidad de Harvard con el fin de continuar sus estudios, pero no me queda duda que regresará a Israel a liderar el campo de investigación que ella decida.
Las aceleradoras y los fondos de inversión se fijan mucho en el talento. MindCET es la aceleradora que lidera el campo de la innovación y la tecnología en el país. Su enfoque está en crear emprendedores, y para ellos, lo más importante son las personas que integran el equipo de trabajo. En la mayoría de los proyectos, el producto final difiere del concepto original. Esto es porque el equipo de trabajo va adquiriendo experiencia en el proceso, se equivoca, aprende, y mejora el producto de manera progresiva. Es la capacidad del equipo de trabajo lo que les permite aprender del proceso y hacer los ajustes necesarios de manera oportuna. El talento encontrará soluciones a cada problema que se encuentre, y entregará un producto que satisfaga las necesidades del mercado.
Otro ejemplo es el de la Autoridad de Innovación de Israel. Ellos tienen como objetivo fomentar y desarrollar los recursos de innovación de Israel, creando y fortaleciendo la infraestructura para apoyar a toda la industria del conocimiento. Su éxito reside en la simplicidad de su enfoque, ser el puente entre las ideas y el mercado. La actividad de innovación recae en los emprendedores. Con este enfoque, invierten en empresas desde etapas muy tempranas, e integran en el ecosistema a aceleradoras y fondos de inversión para impulsar a las empresas hasta llegar a una escala global.
En resumen, las organizaciones y los incentivos están alineados para desarrollar el talento necesario para el emprendimiento. Desde el ejército hasta los fondos de inversión, pasando por las universidades y las aceleradoras, Israel se distingue por la formación de capital humano.
3) Agricultura
Israel se distinguió en la década de los 60s por transformar su paisaje, de una región semidesértica a campos verdes y altamente productivos. El riego por goteo permitió hacer un uso racional del agua - el recurso más importante y más escaso en la región - para convertir su suelo árido en uno fértil para los cultivos. El gobierno se enfocó en transformar el suelo para que las semillas encontraran una tierra fértil donde crecer. Para fomentar el emprendimiento, utilizaron el mismo enfoque.
Crear empresas no es un problema de reingeniería, procesos o logística. El desafío se asemeja más a un problema de agricultura. Al igual que una semilla, el emprendimiento florece de manera natural si las condiciones son adecuadas. Cuando hay un problema y un mercado, hay una oportunidad para el emprendimiento, pero que la empresa florezca depende de las condiciones del suelo. Por lo anterior, el gobierno no se dedicó a crear empresas, se enfocó a establecer las condiciones adecuadas para favorecer el crecimiento natural del emprendimiento y facilitar un terreno fértil donde las empresas puedan prosperar.
La educación y el servicio militar son sólo dos aspectos del ecosistema en el que se enfocó el gobierno. Además de invertir en talento, el gobierno estableció incentivos para fomentar la inversión extranjera directa y la innovación. Implementó subsidios y beneficios fiscales con el propósito de impulsar las empresas de alta tecnología ya las actividades de investigación y desarrollo.
En los 90’s, el gobierno lanzó el proyecto Yozma (iniciativa en español) para impulsar el emprendimiento. Asignó 100 millones de dólares para crear 10 fondos de capital de riesgo en un esquema de coinversión con el sector privado. El éxito de estos fondos semilla residió en la alineación de incentivos entre los participantes mediante sus reglas de operación. En estas, el gobierno destinó hasta 85% de los recursos a fondo perdido, pero requería que el emprendedor ponga el resto o lo consiga de otros inversionistas. Con esto, aseguraron una alineación con el mercado y la evaluación objetiva de un tercero independiente.
A 20 años de lanzar la iniciativa, hoy hay más de 500 fondos de inversión y aceleradoras en el país.
Hoy en día, Israel es considerado uno de los países más avanzados de Oriente Medio en el desarrollo económico e industrial. En las dos últimas décadas, la economía israelí cambió radicalmente, alejándose de las industrias agrícolas para convertirse en una potencia de alta tecnología. La industria representa ahora alrededor del 27% del PIB, comparado con un 3% atribuido a la agricultura.
Con una población pequeña y un área geográfica limitada, el gobierno alienta a las empresas israelíes a desarrollar las industrias de alta tecnología para el mercado internacional. Hoy, Israel destaca en tecnologías de la información y la comunicación, la seguridad interior, la industria aeroespacial, la electrónica y las tecnologías ambientales.
4) Miedo al Fracaso
Carol Dweck, investigadora de la Universidad de Stanford, estudió la causa por la que algunas personas son capaces de entender y superar nuevos desafíos, mientras que otros fracasan en el intento. En su investigación de más de 3 décadas, encontró que había dos maneras de enfrentar la vida, y que cada manera lleva a comportamientos que separan a las personas exitosas de los demás.
Los dos hábitos se conocen como la "mentalidad fija" y la "mentalidad de crecimiento":
Una "mentalidad fija" supone que nuestra inteligencia y capacidad creativa son estáticos y que no los podemos cambiar de manera significativa. Las personas con esta mentalidad piensan que el éxito es la afirmación de esa inteligencia. Luchar por el éxito y evitar el fracaso a toda costa se convierte en una forma de mantener el sentido de ser inteligente o experto.
Una "mentalidad de crecimiento", por otro lado, se nutre del desafío y ve el fracaso no como evidencia de la falta de inteligencia, sino como una vía para crecer y ampliar nuestras capacidades.
La investigación de Dweck encontró que estos dos enfoques son la causa que separa a las personas que sobresalen de aquellas que no. Los que tienen una mentalidad de crecimiento, aceptan los desafíos y ven al fracaso como una oportunidad de aprender para mejorar. Este tipo de mentalidad conduce al éxito.
En Israel utilizan el término “Fracaso Constructivo”. No le temen al fracaso, y éste es considerado como parte del aprendizaje y de mejora continua. El miedo es la principal causa de parálisis, es un mecanismo de defensa en la medida en que nos protege de los riesgos; pero resulta contraproducente si genera parálisis. Fracasar está implícito en el proceso de innovar. Innovar es cuestionar el status quo, experimentar, equivocarse, aprender, perseverar y mejorar. Por lo que, si queremos innovar, tenemos que perder el miedo al fracaso.
Establecer una cultura donde no se tiene miedo es algo que se construye a lo largo del tiempo. Se debe establecer un entorno de confianza en donde no se castigue al innovador si los resultados no son los esperados, porque de lo contrario, inhibimos la creación. Esta cultura de confianza es evidente en el servicio militar.
En el ejército, los soldados pueden cuestionar a sus comandantes sin ser reprimidos por hacerlo. Incluso, es una conducta que se estimula entre los soldados porque genera varios beneficios, entre ellos, una mejor autoridad. Mediante esta política, la autoridad se obliga a tomar decisiones que se sostengan ante diversos cuestionamientos, y debe tener el liderazgo necesario para ejecutar adecuadamente las decisiones.
Esta conducta se observa más adelante. Los jóvenes emprendedores cuestionan continuamente el status quo; Siempre buscan una mejor manera de hacer las cosas; No tienen miedo a cuestionar, no tienen miedo a intentar, no tienen miedo a fracasar. En otras palabras, no le tienen miedo a la innovación. Para lograr un cambio, hay que perder el miedo.
Alejandro Cuervo, emprendedor Endeavor y fundador del IPETH, propone un ejercicio mental. A cada decisión que tomamos, pregúntate tres veces por qué lo hacemos. Él argumenta que en México no estamos acostumbrados a cuestionar, ni a que nos cuestionen, y que la mayoría de las decisiones no se sostienen si nos preguntamos tres veces por que lo hacemos. En principio, no cuestionamos por miedo, porque así nos enseñaron desde la escuela. Desafortunadamente, al no exigirnos, al no cuestionarnos, nuestras decisiones son más pobres. Si queremos innovar, tenemos que empezar a cuestionarnos todo.
En Israel se ha conformado una cultura donde el fracaso se entiende como parte de la experiencia empresarial y del desarrollo profesional de las personas. Si se tomó una decisión pensada, pero el resultado no fue el esperado, el fracaso se considera como parte del proceso de aprendizaje y de mejora continua. Esta cultura de no tener miedo al fracaso, o de no castigar el fracaso, es lo que ha impulsado a miles de jóvenes a cuestionase la manera tradicional de hace las cosas, a asumir riesgos, tomar decisiones y a emprender; con la gran virtud de que son jóvenes talentosos y preparados para hacer frente a los desafíos que se encuentren.
Conclusiones
No hay innovación sin fracasar en el camino. Por lo que tenemos que perder el miedo, apostarle al talento, abrazar la incertidumbre y desarrollar una visión global.
Si estamos convencidos de lo anterior, podemos ser exitosos en cualquier objetivo que nos pongamos si utilizamos, de manera inteligente y sistémica, un proceso de mejora continua. Debemos enfocarnos más en el proceso que en el producto final. El producto será resultado del proceso.
Edison es famoso no sólo por sus invenciones sino también por su actitud ante el fracaso. En su mente, el fracaso era simplemente otro escalón en el camino hacia el éxito. Edison fracasó casi 10 mil veces antes de encontrar el filamento adecuado para el foco incandescente. A diferencia de la persona promedio, él no se dio por vencido. Cuando le peguntaron porque persistía ante todos los fracasos, Edison respondió que no eran fracasos, que había descubierto 9,999 maneras de no hacerlo. Una actitud positiva, o la “mentalidad de crecimiento”, es lo que hace la diferencia.
A veces, los objetivos parecen inalcanzables, pero los podemos lograr si tenemos el enfoque correcto. Hasta la década de los 60s, se consideraba que correr los 100 metros en menos de 10 segundos era imposible. Los límites físicos del cuerpo humano impedían romper esta barrera. Jim Hines finalmente lo logró en 1968. Para hacerlo, cambió su manera de enfrentar el problema. No se propuso romper la barrera de los 10 segundos, simplemente se planteó reducir su tiempo en 14 centésimas de segundo, algo mucho más fácil de lograr. Con este enfoque, fue haciendo pequeños cambios a distintos aspectos de su carrera, mejorando el arranque, su zancada, y finalmente el cierre. Este cambio de enfoque hizo posible algo que parecía imposible de alcanzar.
De todo lo anterior, estoy convencido que la responsabilidad del éxito está en nosotros mismos. Debemos visualizar el futuro que queremos y no hay pretexto para no alcanzarlo. ¡No asumas nada, cuestiona todo! Todos los aspectos de nuestra vida son mejorables. Plantéate un objetivo, un sueño, y persíguelo con pasión.
Agustín Paulin es mentor de Learning How to Learn en Collective Academy. Además, es CEO de GemIIni Mexico, miembro del Consejo Consultivo de Laudex y miembro del Consejo de Administración del IPETH.