Finanzas y tecnología son los dos componentes de las fintech: compañías que ofrecen servicios financieros y operan en mercados variados, supliendo y solucionando las necesidades de millones de personas en el mundo.

Muchos de nosotros ya somos usuarios fintech y el número se multiplica a medida que compañías cuyo core de negocio no es financiero empiezan a ofrecer servicios y productos relacionados.

Para analizar este interesante panorama, hace unos días invitamos a nuestro Collective Voice a Elena Cruz, economista, alumi del Master in Business & Technology de Collective y Chief Operating Officer en Finnovista, una compañía comprometida con la transformación del sector financiero y de seguros a través de la innovación y la colaboración.

Revive su charla aquí:

Te dejamos algunos de los insights más valiosos que surgieron de la conversación.

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Fintech en Latinoamérica: un sector en crecimiento

De acuerdo con cifras entregadas por Finnovista y el BID el año pasado, a finales de 2021 en América Latina existían 2.482 fintech startups -54% de estas de Brasil y México- y había un incremento sobresaliente en la inversión en esta industria.

“A finales de 2021, el sector fintech concentró el 60% de todas las inversiones de VC que se hicieron en Latinoamérica, y seguimos creciendo, a pesar de que en 2022 sí se ha presentado una pequeña desaceleración”, asegura Elena.

Al ritmo actual, es probable que la inversión de capital de riesgo supere los USD 20.000 millones para 2022.

Son varios los motivos que hacen de las fintech latinoamericanas uno de los destinos de inversión más interesantes, y algunos tienen que ver con nuestros problemas como región. “Lo que les decimos a los emprendedores en Finnovista es: ‘enamórate del problema y no de la solución’. Y la realidad es que en América Latina tenemos muchísimos problemas que resolver: educación, economía, finanzas… Los VCs también ven ese potencial de oportunidades para generar nuevas ideas”, explica Elena.

No es un secreto que en América Latina hay falta de acceso a servicios bancarios, lo que significa que hay una gran parte del mercado que no está bancarizado. Esto se debe, en gran medida, a los limitantes que el mismo sector financiero establece.

La educación y la inclusión financiera, que son causa y efecto de esta problemática son dos factores que las startups fintech están ayudando a solucionar. Eso sí, aún falta camino por recorrer.

Hay otro factor que también hace a las fintech latinoamericanas muy atractivas: el talento. Este, de acuerdo con la experta, es resiliente, se atreve a emprender y a romper paradigmas. “Algo que hemos visto en los últimos años, sobre todo detonado por la pandemia, es que muchas personas que han trabajado en el sector financiero están empezando a emprender o están empezando a irse al mundo fintech. Al final, un VC apuesta por las personas, y apuesta por el potencial que tienen de desarrollar una idea. Aunque sí estamos viendo una pausa en las inversiones, no creo que vayan a desaparecer y mucho menos que se vayan a ir a otros mercados, hay mucho potencial en Latinoamérica y el sector fintech en particular”, agrega.

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¿Qué sigue para las fintech?

Como todas las startups, las fintech van a toda velocidad, experimentando cambios y viéndose obligadas a adaptarse rápidamente. Así que la pregunta que debemos hacernos ahora es: ¿qué sigue?

Una de las principales conclusiones que podemos sacar hasta el momento es que nos dimos cuenta que los bancos, en realidad, no son tan necesarios como pensábamos. Tener un smartphone y acceso a internet muchas veces es suficiente para hacer transacciones, invertir, solicitar préstamos, adquirir seguros y hasta administrar pensiones gracias a las fintech.

"Banking is necessary, banks are not" - Bill Gates

Pero hay una nueva variable en esta dinámica: actualmente, las fintech y las instituciones financieras tradicionales no son las únicas que nos ofrecen estos productos y servicios.

Elena pone de ejemplo a Kavak, que empezó siendo un marketplace para venta y compra de autos usados y, sin embargo, creó una vertical para ofrecer préstamos a sus usuarios. Starbucks, por su parte, lanzó una wallet como una nueva experiencia de pago para sus clientes en establecimientos.

Como estos hay más casos de compañías que no tienen un core de negocio financiero pero que, aún así, ofrecen servicios financieros y no están reguladas. A estos se les llaman ‘negocios embebidos’. “Algo que creemos desde Finnovista y desde el sector en general es que eventualmente todas las empresas van a tener algo de fintech”, dice Elena.

Foto de PiggyBank en Unsplash / Eventualmente, todas las empresas tendrán algo de fintech. 

La colaboración es el secreto

Cuando el mundo fintech empezaba a despegar hace unos años, había temor: la industria tradicional pensaba que esas nuevas compañías basadas en tecnología acabarían con la banca y las fintech sospechaban que las instituciones tradicionales podrían robarse sus ideas. “Pero gracias a que ha evolucionado el ecosistema, gracias a que el talento que llega a las empresas y el que se mueve en este sector invita a la colaboración, hoy vemos una nueva dinámica, asegura Cruz.

Hoy, fintech y banca pueden llegar a trabajar juntas. Incluso, hay empresas fintech que adquieren bancos, como Crediijusto, que hace poco más de un año compró Banco Finterra y, gracias a esto, podrá llegar a ofrecer sus productos al sector agrícola. También sucedió en Argentina, con Ualá, que adquirió el Banco ABC Capital para ampliar su oferta de servicios.

El elemento que ha permitido que se generen este tipo de fusiones es el propósito común de diseñar y ofrecer a las personas servicios y productos adaptados a sus necesidades.

“Más del 70% de las Forbes 100 está interactuando con startups. Sin embargo, menos del 25% de los partnerships iniciales con startups se convierten en soluciones que se puedan llevar al mercado”, afirma Elena.

¿Por qué fracasan esas alianzas? Hay tres barreras principales: organizacionales, estratégicas y culturales. Todavía muchas compañías no saben cómo empezar a colaborar entre ellas y el proceso de entender este nuevo panorama y aprovecharlo se puede ver truncado por factores como la organización que existe dentro de las empresas, elementos culturales -que cada vez evolucionan más, afortunadamente- y por la estrategia de la organización, que puede no incluir la colaboración dentro de su contenido.

Probablemente, cuando las barreras empiecen a caer, el ecosistema empresarial latinoamericano se dará cuenta de que el éxito puede ser compartido.

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La regulación y las fintech: ¿ventaja o desafío?

Muchos de nosotros asociamos la palabra regulación con prohibición, y probablemente tengamos temor de que los lineamientos de las autoridades frente al sector fintech les reste competitividad y operatividad a estas organizaciones (algo que no ha pasado).

Sin embargo, no hemos tenido en cuenta una gran oportunidad que plantea la regulación: darles mayor tranquilidad y confianza a los usuarios. “Tener un ecosistema regulado puede darles la certeza a las personas de que su dinero está seguro aunque sean tecnologías que acaban de surgir, que es una de sus principales preocupaciones. Al final de cuentas, la regulación, con los pros y contras que tiene, está dándoles la tranquilidad a los consumidores de que las fintech pueden ofrecer las mismas garantías que los corporativos”, añade Elena.

Aunque aún hay mucho por aprender, descubrir y solucionar a través de este nuevo ecosistema de organizaciones, hay algo que podemos predecir: el futuro es fintech y Latinoamérica es el escenario ideal para su desarrollo.

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