Micro significa algo muy pequeño, tan pequeño que es imperceptible a simple vista para los humanos. Como su nombre delata, esto es, en parte, lo que ocurre con el microestrés. Pero no es solo que sea invisible a nuestros ojos, sino que los episodios estresantes breves y pequeños también son invisibles para nuestro cerebro. Por eso, el microestrés suele pensarse como una bola de nieve… o como un barril de pólvora.
Así fue como lo definieron Karen Dillon y Rob Cross, autores del libro ‘El efecto microestrés: cómo las pequeñas cosas se acumulan y crean grandes problemas — y qué hacer al respecto’. Durante una investigación para entender qué hace diferentes a los high performers: personas cuyo desempeño supera a los de muchos otros, Dillon y Cross notaron una coincidencia en muchas de estas personas: no tenían eventos estresantes grandes que los hacían sentirse superados, como comúnmente ocurre. “En vez, era la incesante acumulación de pequeños eventos inadvertidos -brevemente- lo que estaba afectando drásticamente su bienestar”.
Esto fue lo que los autores llamaron “microestrés” y, aunque la palabra micro lo haga parecer inofensivo, es todo lo contrario. “Debido a que son tan pequeños y breves, no activan la respuesta normal en nuestro cerebro para lidiar con el estrés. En su lugar, los microestreses se incrustan en nuestra mente y se acumulan con el tiempo”.
El impacto de esto a largo plazo disminuye nuestro bienestar general, agota nuestra energía y daña nuestra salud física y emocional. “Imagina al viento erosionando una montaña. No es lo mismo que una gran explosión de dinamita que hace un hueco en la montaña pero, con el tiempo y si el viento nunca se detiene, tiene el potencial de lentamente deshacer la montaña”, explica el neurólogo comportamental de la New York University Grossman School of Medicine, Joel Salinas.
No es exactamente igual al estrés.
La principal diferencia es que el estrés es evidente. Esto implica que las personas pueden reconocerlo y empatizar con quienes lo sufren, pues proviene de retos o dificultades que se perciben como tal y usualmente se le puede rastrear su causa. Por ejemplo, seguir trabajando tras varias rondas de despidos en una empresa o sufrir una separación.
Por supuesto, lo contrario ocurre con el microestrés. Este es causado por momentos difíciles de notar, que llegan muy rápido y a los que estamos tan acostumbrados a procesar, que apenas los notamos como otro bache en el camino. “Incluso cuando los notamos, no pensamos sobre su impacto en nuestras vidas. Lo que lo hace más difícil de reconocer es el hecho de que el microestrés a menudo es detonado por las personas más cercanas”, explican los investigadores, lo cual puede generar sentimientos de culpa y derrota.
Por ejemplo, un episodio de microestrés puede ocurrir cuando debes trabajar de más en un proyecto grupal porque tus compañeros no cumplieron o cuando debes volver a cancelar una reunión con tus amigos, haciéndote sentir vergüenza que los defraudaste.
Las personas en cargos de liderazgo podrían sentir microestrés de tener que vigilar atentamente a su equipo para que no cometan errores o sentirse responsable de sus problemas personales.
A este problema se le suma la cantidad. Debido a su “tamaño”, las personas no suelen lidiar con uno o dos factores de microestrés al día, sino docenas de estas pequeñas interacciones que no parecen tan graves.
“Pero eso es exactamente lo pernicioso del microestrés. Los estresores individuales parecen manejables en el momento, pero se acumulan, y pueden desencadenar ondas de consecuencias secundarias y a veces terciarias que pueden durar horas o días. E incluso detonar microestrés en otros” explican los autores.
¿Qué tipos de microestresores hay y qué factores lo producen?
En su libro, Dillon y Cross identificaron 14 causas del microestrés y los clasificaron en cuatro categorías, teniendo en cuenta el área que afectan en las personas:
- Microestrés que drena tu capacidad para hacer cosas.
- Desalineación entre los colegas o trabajadores con sus roles y sus prioridades.
- Incertidumbre sobre la confiabilidad de otros.
- Comportamiento impredecible de una persona en posición de autoridad.
- Demandas colaborativas que son diversas y altas en volumen.
- Aumento de las responsabilidades en el trabajo o el hogar.
- Microestrés que drena tus reservas emocionales.
- Manejar y sentirse responsable del éxito y bienestar de otros.
- Conversaciones confrontacionales.
- Falta de confianza en tu red.
- Personas que esparcen el estrés.
- Jugadas y acciones políticas.
- Microestrés que reta tu identidad: estos factores detonan la sensación de que no eres la persona que quieres ser, lo cual puede acabar con tu motivación y propósito.
- Presión para lograr metas que no están en sintonía con tus valores personales.
- Ataques en tu sentido de autoconfianza,valor o control.
- Interacciones negativas con familiares o amigos.
- Rupturas en tu red.
¿Cómo combatir el microestrés?
Si bien existen tendencias para mejorar el bienestar, como la meditación o el mindfulness, que pueden ayudar contra el estrés, los investigadores advierten que también pueden ser contraproducentes, pues mejoran tu resistencia a estos factores.
Pero en lugar de resistir más, las personas deberían buscar la forma de eliminar lo que lo causa. Aunque no existen fórmulas mágicas, Dillon y Cross hallaron tres estrategias que las personas pueden aprovechar para bajar sus niveles de microestrés.
- Apártate del microestrés de maneras concretas y prácticas: esto implica encontrar maneras sencillas pero efectivas para contrarrestar a los microestresores cada día. Estas acciones pueden verse como decir no a pequeños favores, ajustar exactamente cómo quieres que tus dispositivos te notifiquen o interrumpan.
- Hazle frente al microestrés que le produces a otros: Esto terminará ayudándote eventualmente, pues cuando provocas esto en otras personas “inevitablemente se regresa como un boomerang hacia ti”. Un ejemplo es cuando pequeñas molestias con tu pareja hacen que explotes contra esta, lo cual produce indefectiblemente ira y resentimiento que se te devolverá”.
- Levántate y elévate: este consejo se puede resumir en: que no te importe tanto. Intenta aprender a mirar en perspectiva a algunas de las causas que producen microestrés.
Esto puede ser más fácil si la persona participa en uno o dos grupos de intereses por fuera de su trabajo. Esta dimensionalidad aumentada que dan otras personas pueden ayudar a identificar cuando algo es simplemente una minucia.
Y aunque ninguna de estas estrategias sean infalibles, sí pueden ayudar a estructurar tu vida para fortalecer las relaciones con las personas cercanas y compañeros de trabajo. Además, basta con que puedas eliminar al menos un factor diario de microestrés pues, como dice el dicho: poco a poco un poquito se convierte en mucho.