Los seres humanos nos preciamos de nuestra inteligencia, aunque cometamos errores todos los días. A veces, incluso, insistimos en repetir patrones y acciones equivocadas pues, como decía el escritor Nestor Roulet “el ser humano es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra”. En parte, esto se debe, según ha comenzado a identificar la ciencia, a que el mismo cerebro que nos permite hacer maravillas, también nos hace caer en vicios. 

Algunos de los vicios neurológicos que han identificado son, por ejemplo, el sesgo de similitud, con el que tendemos a preferir lo que nos es familiar a lo desconocido, a pesar de que podemos perdernos algo que nos agrade. Uno de los los más comunes es el sesgo de conveniencia con el cual nuestro cerebro tiende a tomar decisiones rápidas para actuar o juzgar, en lugar de considerar otras opciones.

Por ejemplo, en un grupo de 4.000 personas, estas comúnmente persisten demasiado en hacer tareas tediosas a pesar de tener oportunidades de cambiar a algo que prefieran. 

“Esto ocurre porque mientras más frecuente o recientemente alguien ha hecho una tarea, los procesos para hacerla llegan a nuestra mente más fácilmente. Una vez estos procesos se vuelven la primera respuesta a todo —un estado que llamamos ‘atrincheramiento— se siente más fácil simplemente seguir con la tarea tediosa en lugar de cambiar a una tarea que disfruten más’”, explica Alicea Lieberman, profesora de mercadeo y toma de decisiones comportamental en la UCLA.

Estos resultados los consignó en la investigación ‘The entrenchment effect: Why people persist with less-preferred behaviors’. El experimento consistió en hacer que grupos de personas transcribiera un texto girado en 90 grados durante 10 rondas. Tras siete rondas, a algunos participantes se les cambió automáticamente la tarea por un juego de palabras en las últimas tres.

Luego, en rondas subsecuentes, a los participantes se les ofrecía la oportunidad de cambiar de actividad por un juego y, para sorpresa de los autores, casi un cuarto de participantes decidieron no hacerlo, incluso quienes ya habían probado le juego en rondas previas.

A esta aparente tendencia humana de ‘hacer las cosas de la forma más difícil’, los investigadores lo llaman el ‘efecto de atrincheramiento’. 

Mientras más cavas…

La investigación demostró que el pensamiento “atrincherado”, que te hace hacer una actividad de una manera más difícil aunque no tengas que hacerlo, crece con el tiempo. “Para ponerlo simplemente, mientras más uno repute una tarea, más difícil se siente cambiar la manera y cambiar a algo nuevo, incluso cambiar a un método que consigue los mismos resultados de una forma más disfrutable”, explica Lieberman

Como el atrincheramiento ocurre por la continuidad y la repetición los autores encontraron que romper el ciclo aumenta las posibilidades de que las personas cambien la forma como hacen las cosas. Por ejemplo, hacer que las personas hagan varias tareas cada cierto tiempo o alternar entre tareas tediosas y divertidas. 

Por eso, según explica la autora, una manera de “romper el ciclo del atrincheramiento” es utilizar cronómetros o herramientas similares para tomar descansos cortos o cambiar de una tarea a otra cada cierto tiempo. “Tomar un pequeño descanso en la mirada de escritura de ese correo largo en tu teléfono, por ejemplo, puede ayudarte a darte cuenta los beneficios de terminarlo en tu computador”.

En el caso de las organizaciones, estas pueden dar pequeños empujones a sus colaboradores para que cambien entre tareas. Incluso, la autora sostiene que vale la pena ofrecer aplicaciones para controlar el tiempo que se está en redes sociales, que es una actividad que puede “atrincherarnos” fácilmente.

¿Y si hacer las cosas de la manera difícil no es tan malo?

Para David Rock, esta manera de tomar decisiones equivocadas ocurre porque es lo que se siente bien. Según el cofundador del Neuroleadership Institute, esto está relacionado con el principio hedonista, que nos hace estar configurados para acercarnos a cosas que nos hacen sentir bien y alejarnos de las que nos incomodan.

Pero Rock no busca la manera para que dejemos de hacer tareas tediosas, sino para que aprendamos a mantenernos en estas, pues cree que hay beneficios en la dificultad. “Sabemos que las acciones difíciles tienen beneficios tremendos, algunos que no son visibles por un tiempo. Piensa por ejemplo, comenzar una nueva rutina de ejercicio”, propone Rock. 

Según explica, lo que ocurre es que podemos tener el impulso de hacerla unas cuantas veces, pero luego, como no se siente bien y los músculos nos duelen, comenzamos a juntar razones para volver a hacer (o no hacer) las cosas como antes. Pero no es imposible dejar de actuar así.

Un primer consejo de Rock es comenzar a hacer tareas difíciles cuando estemos de buen humor, pues una investigación de 2016 halló que cuando las personas tienen ánimo son más propensas a hacer tareas difíciles pero esenciales. Por supuesto, cuando hay incomodidad intentamos cosas difíciles con menos frecuencia. 

Para evitar esto, Rock recomienda incorporar a nuestros mindsets la idea de “reevaluación”. “La reevaluación puede ser increíblemente efectiva cuando escogemos una frase sencilla y pegadiza que nos diga dónde queremos estar”. Por ejemplo, explica, decirte a ti mismo cosas como “esta rutina va a mejorar mi condición física para pasar más tiempo al aire libre” o “me voy a sentir mejor una vez termine este papeleo”, puede ser más que suficiente para sacar a tu cerebro de un bucle improductivo. 

Otro punto es ofrecer al cerebro el nivel justo de autonomía, pues “cuando tenemos opciones, nuestros cerebros, por defecto, quieren lo fácil”. Para Rock, podemos hacerle trampa al cerebro e innovar e incentivarlos poniendo las decisiones en otra perspectiva. Para Rock, basta con pensar hacer que una elección tenga opciones mejores o peores. Por ejemplo, al decidir entre una comida sana y otra dañina, pensar en las bondades de una ensalada y resaltar los defectos nutricionales de una pizza. 

En contextos de trabajo, esto podría verse como decidir experimentar con una nueva herramienta que podría facilitar las cosas para ti y tu equipo las próximas semanas, o seguir haciendo el mismo método que a nadie le gusta pero al que se han acostumbrado.

Para Rock, estas estrategias hacen parte de tener una ‘mentalidad de crecimiento’, que implica notar comportamientos que nos hacen equivocarnos y tratar de revertirlos. Como esto no es algo que las personas solemos hacer, menos en ambientes laborales, una última recomendación del profesor es propiciar espacios para que los trabajadores compartan historias de crecimiento, de cómo intentaron cambiar sus costumbres, para que más trabajadores noten que es posible, al menos, intentarlo.