A todos nos ha pasado. Te despiertas un día y la sola idea de salir de la cama para ir al trabajo te paraliza y tener que enfrentar a tu jefe o cumplir con tus obligaciones te genera un nudo en el estómago.
Y no exagero cuando digo que es algo que nos pasa a todos: incluso Homero Simpson, reconocido internacionalmente por ser un pésimo trabajador y un perezoso de talla mundial, ha sentido el peso de trabajar demasiado.
Ocurrió en el octavo episodio de la tercera temporada de la serie, ‘El Poni de Lisa’. Allí, Homero debe tomar un trabajo extra en un supermercado para tratar de suplir con las demandantes obligaciones de la nueva mascota. Al final, apenas tiene tiempo para dormir y comienza a hacer todo mal en sus trabajos.
Ahora sabemos que Homero no se había enloquecido, sino que estaba padeciendo las consecuencias del ‘Burn-out’ laboral.
Este fenómeno psicológico está cada vez más presente en la sociedad y afecta principalmente a los trabajadores más jóvenes, así que ni tú ni Homero están solos.
De acuerdo con los resultados de la encuesta de trabajo y bienestar de la Asociación Americana de Psicología en 2021, más de dos de cada cinco personas piensan renunciar a su trabajo y el 71% de los encuestados se siente estresado o tenso durante sus jornadas laborales.
Otra encuesta, realizada por la consultora de gestión Bain & Company a más de 20.000 personas, muestra que el 65% de los trabajadores entre los 18 y 41 años son quienes más abrumados se sienten en sus trabajos.
Esto significa que los ‘Millennials’ y la ‘Generación Z’ -precisamente, los que crecieron viendo a Homero Simpson- son más susceptibles a ‘quemarse’.
Pero, ¿qué es el ‘Burn-out’?
También conocido como el síndrome del trabajador quemado, el ‘burn-out’ es un fenómeno psicológico que puede generarse por diversas razones, desde un ambiente conflictivo con los compañeros de oficina, hasta una sobrecarga laboral prolongada.
A diferencia de enfermedades mentales como la ansiedad y el estrés, el síndrome del ‘quemado’ no se puede diagnosticar ni tratar médicamente. El problema es que nuestro cuerpo no entiende la diferencia y, al sentirse quemado, mostrará señales de agotamiento como dolores de cabeza, insomnio o falta o exceso de apetito.
Y ese es el otro problema: varios síntomas del ‘burn-out’ pueden confundirse con los del estrés o la ansiedad. De hecho, de acuerdo con el doctor en psicología Adam Borland, de la Clínica de Cleveland, el estrés y el ‘burn-out’ pueden llegar a “imitarse”.
El estrés es una reacción natural a eventos o situaciones que alteren nuestra normalidad. Esta reacción corporal se traduce en repercusiones físicas como dolores de cabeza o insomnio. Además, padecer de estrés aumenta los niveles de cortisol en el cuerpo, también llamada la ‘hormona del estrés’, que también ayuda a regular nuestro metabolismo.
Además, el ‘burn-out’ ni siquiera es considerado como una condición médica, sino como un fenómeno ocupacional, de acuerdo con la onceava Clasificación internacional de enfermedades, CIE.
En esta misma edición, la CIE describe este fenómeno como: “un síndrome conceptualizado como el resultado de estrés laboral crónico que no ha sido gestionado exitosamente”. Esto implica que el burn-out está estrictamente vinculado al ambiente laboral.
Allí también describen tres maneras en las que se manifiesta:
- Sentirse sin nada de energía o extenuación.
- Aumento de distancia mental con el propio trabajo o sentimientos de negativismo o cinismo relacionados al trabajo.
- Reducción de la eficacia profesional.
¿Suena un poco vago? ¿Cómo podemos diferenciar entre estar ‘quemado’ o deprimido? Al fin y al cabo, es normal que luego de un día o una semana difícil nos sintamos con pocas energías. Para el doctor Borland, la clave está en determinar el origen de estas sensaciones.
Mientras que para las personas que padecen estrés no hay un desencadenante claro que les quite la energía, para el caso del ‘Burn-out’ es evidente: estas sensaciones se producen cuando piensas activamente o estás en tu trabajo. Y en 2020, el mundo entero no tuvo mucho qué hacer, más que trabajar…
Una pandemia paralela al Covid-19
¿Recuerdas cuando dijimos que eran los jóvenes de entre 18 y 35 años (Generación Z y Millennials) quienes más riesgo tenían de sentirse ‘quemados’ en sus trabajos? Fue una pequeña imprecisión. Más o menos.
El asunto no es tan sencillo. Antes de la llegada de la pandemia de la Covid-19, esta sí era una tendencia entre los trabajadores más jóvenes. Sin embargo, el posterior encierro mundial y el cambio de dinámicas laborales, como el trabajo remoto, provocaron un aumento en las sensaciones de cansancio crónico en los trabajadores de todas las edades.
Una encuesta publicada en marzo de 2021, un año después de que el mundo comenzara a tomar las medidas más estrictas para frenar el avance de la enfermedad, reveló que el 67% de los 1.500 trabajadores encuestados creían que el ‘burn-out’ había empeorado desde el comienzo de la pandemia.
La misma encuesta también muestra que los millennials y la Generación Z siguen siendo los más afectados por este fenómeno, aunque incluso para los ‘Baby Boomers’ (personas que nacieron entre 1946 y 1964) la sensación de agotamiento laboral crónico aumentó 7%.
Por eso, ahora mismo parece haber una ‘epidemia’ de renuncias en Estados Unidos, como lo sugiere un artículo del New York Times, donde se cuenta que, solo en noviembre de 2021, 4.5 millones de estadounidenses renunciaron a su trabajo.
Pero entonces, así como tuvo que hacer Homero Simpson, ¿la única salida para dejar de ‘quemarse’ es renunciar a tu trabajo? Si bien podría sonar como una solución, no todas las personas pueden darse el lujo de dejar de trabajar; el problema es que el otro extremo, trabajar hasta ‘quemarte’, también terminará afectando negativamente tus finanzas.
Trata tu bienestar como una alcancía
Cuando se habla de ‘Burn-out’ siempre se destacan sus afectaciones a la salud, pero un punto que se suele pasar por alto es su impacto sobre nuestro bolsillo. Esto fue exactamente lo que le sucedió a Laura Amico, editora en jefe del Harvard Bussiness Review, cuando su contador personal le preguntó si creía que estaba en riesgo de quemarse.
Pero, ¿por qué le importaría a su contador algo que parece tan personal? De acuerdo con Amico, su contador le explicó que, aunque ella ha alcanzado cierto nivel de ahorro, ha crecido profesionalmente y está alrededor de la mitad de su carrera, si llegara a ‘quemarse’, pondría en riesgo todo su futuro financiero.
Hasta entonces, Amico nunca había considerado la importancia vital —y financiera— de tomarse un descanso, recargar energías y evitar el ‘burn-out’. Sin embargo, un solo descanso podría ser insuficiente. Incluso dos periodos largos de vacaciones al año podrían serlo.
“Asumimos que si hacemos dos grandes depósitos —tomar dos grandes descansos restaurativos— en el transcurso de un año, de alguna manera podremos ser suficientemente resistentes para trabajar otras 50 semanas sin una pausa real. Eso no es realista”, le dijo a Amico Art Markman, autor del libro ‘Bring Your Brain to Work: Using Cognitive Science to Get a Job, Do it Well, and Advance Your Career’.
Para Markman, no hay ningún secreto o truco para evitar el ‘burnout’, sino que se trata de saber balancear el tiempo y esfuerzo que ponemos en nuestros trabajos y el que dedicamos a otras actividades, o para estar con nuestros amigos y familiares.
Esto significa comenzar a considerar nuestro bienestar como una alcancía. En esta alcancía, depositarás diariamente alguna actividad que esté por fuera de tu trabajo y que te produzca felicidad o desconexión. Y esta podría ser la parte difícil pues, para Markman, evitar el ‘burn-out’ depende más de pequeños hábitos restauradores, que en dos semanas de vacaciones en las Bahamas. Aunque esto tampoco caería mal.
Por esto, un buen primer paso para dejar de sentirse quemado es considerar que así como planeas un ahorro para tu futuro, debes planear otro ahorro para tu bienestar y depositar ‘descansos’ frecuentemente, para que las recompensas se noten al final.
Y ahora, ¿cómo descanso?
No es una pregunta fácil de responder. Estamos tan acostumbrados a trabajar y a exigirnos, que pensar en descansar parece ir en contra de lo que pensamos que es ser un buen empleado. Y como si fuera poco, el cansancio extremo podría ser el peor enemigo para que podamos descansar.
No es solo que no quieras o no puedas, pues investigaciones han demostrado que existe una ‘paradoja de la recuperación’. Esto significa que, mientras más necesites desconectarte y descansar, para tu cuerpo y tu cerebro será más difícil hacer algo para lograrlo. Te paralizas ante la idea de descansar.
Pero así como hemos podido entender por qué nos cuesta trabajo descansar, la ciencia también ha encontrado estrategias y consejos que, aunque no son una solución milagrosa, sí pueden darte algunas ideas para que puedas iniciar tu propio camino de descanso y relajación.
¿Qué puedes hacer para apagar el fuego y no ‘quemarte’?
De acuerdo con los expertos en cultura organizacional y gerencial Alyson Meister, Bonnie Hayden Cheng y Franciska Krings y el científico del comportamiento Nele Dael, la recuperación del estrés es una habilidad y, como tal, puedes entrenarla para ser cada vez mejor en ella.
“Nos referimos a la recuperación como una habilidad porque saber cómo y cuándo puedes recuperarte mejor del estrés requiere tanto conocimiento (sobre lo que funciona para ti) como práctica (hacerlo realmente)”, explican en este artículo.
Por eso, a continuación te contamos cuatro ideas claves que pueden ayudarte a practicar tu habilidad de no hacer nada, o descansar, hasta ser el mejor.
- Aunque suene ilógico, podrías trabajar mejor entre más te desconectes del trabajo. Está demostrado que incluso pensar en el trabajo te impide descansar adecuadamente de este. Por eso, los expertos recomiendan tomarse mental-breaks. Momentos en los que solo harás algo que no te obligue a pensar en tu trabajo. Puede ser jugar video juegos, cocinar, leer. ¡Tú eliges! Lo importante es que comiences a descansar, incluso si debes ponerte horarios y quitarte todas las distracciones durante unos minutos cada día.
- Aprovecha los micro-breaks. La creencia popular sugiere que necesitas mucho tiempo para descansar o que solo puedes hacerlo cuando terminaste la jornada. Precisamente, los micro-break son pequeñas pausas de hasta 10 minutos que puedes aprovechar para comer algo, mover los pies o leer. Lo importante es que los hagas todos los días pues, como ya dijimos, es un error pensar que puedes “acumular” tu descanso para después.
- Ten presente qué te gusta hacer para descansar. De acuerdo con los investigadores, no saber qué te gusta hacer para descansar podría llevarte a situaciones de estrés durante tus descansos. Y eso es lo último que queremos. Por eso es importante que entiendas qué prefieres y seas franco contigo para no hacer actividades que no te gustan, simplemente porque a otras personas les funciona.
- Las actividades de mayor esfuerzo son mejores para descansar. Puede parecer que acostarse en la cama a ver televisión es la idea perfecta de descanso para muchos, pero investigaciones han mostrado que, al contrario, descansar haciendo actividades distintas, como practicar un deporte o perfeccionar un hobbie son más efectivas para descansar mejor.
Si todo esto no te ha dado un buen par de ideas, simplemente sal a caminar a un parque. Hay investigaciones que muestran que el contacto directo con la naturaleza es una buena estrategia para reducir el estrés, por lo que una corta caminata por un parque podría ser suficiente para recargarte de energía.
Lo importante no es que sigas estos consejos al pie de la letra, sino que conociendo tus propios gustos, puedas volverte un poco más como Homero Simpson y tomarte tu bienestar con la misma seriedad con la que trabajas. Ten en cuenta que, como afirma la antropóloga digital Rahaf Harfoush: “No somos máquinas y creo que es tiempo de que dejemos de trabajar como si lo fuéramos”.