La cultura de la hiperproductividad y el emprendimiento recompensa socialmente trabajar y estar ocupado, mientras ve con malos ojos el descanso y el ocio. Las empresas también refuerzan esta idea y son inabarcables en Internet las guías, videos, cronogramas y cursos para exprimir el 100% del día, levantarse a las 4 de la mañana y tachar todos los pendientes en tu lista de tareas. El problema ocurre para quienes levantarse a esta hora y tachar decenas de pendientes al día no basta: los adictos al trabajo.

Si bien la adicción al trabajo (o workaholism en inglés) no está estipulada en manuales de diagnóstico, existe un acervo académico robusto que lo define. No se trata únicamente de la cantidad de horas trabajadas, aunque esto tiene algo que ver, no es su causa. El workaholismo se refiere a la incapacidad perjudicial para desconectarse del trabajo. “Cuando tu trabajo domina tus pensamientos y tus actividades, para detrimento de otros aspectos de tu vida, relaciones, salud, es muestra de tendencias de adicción al trabajo”, explica Melissa Clark, investigadora experta en adicción al trabajo y profesora de psicología organizacional e industrial de la Universidad de Georgia.

Clark es autora del libro ‘Never Not Working: Why the Always-On Culture Is Bad for Business — and How to Fix It’, en el que entrevistó a decenas de personas adictas a sus trabajos y encontró varios patrones positivos para intentar romper con esta conducta, como hacer ejercicio o cambiar la idea que tenemos sobre el descanso. 

Redefine lo ‘urgente’

Un síntoma de la adicción al trabajo es que las personas tienden a asumir todo lo relacionado con sus trabajos como de alta prioridad. De acuerdo con el libro Book of Discovery, escrito anónimamente por workahólicos, a esto se le conoce como ‘multitarea frenética’. 

Según recuerda Clark, muchas de las personas a las que entrevistó le dijeron que se sentían adictos a la adrenalina que produce estar en este estado de mini-crisis continuo. Sin embargo, vivir en este estado constante de alerta, produce estrés permanentemente.

Como explicamos en esta reciente entrada de nuestro blog sobre la Matriz Eisenhower, esta herramienta con varias décadas de aplicación facilita la priorización de tareas diferenciando entre lo urgente y lo importante

Otra manera de pensar en los pendientes

Tachar una tarea cumplida de una lista de tareas por hacer es increíblemente satisfactorio. Así lo muestran algunas investigaciones: cumplir una meta nos da una explosión de dopamina. Sentimos emociones positivas y esto nos motiva a seguir trabajando para completar metas. “Sin embargo, la cruda realidad es que las listas de tareas pendientes nunca van a estar totalmente completas. Para el adicto al trabajo, este hecho sólo refuerza la idea de tener una lista de tareas”, sostiene Clark.

Para estas personas es un mayor motivador añadir nuevas tareas a una lista de quehaceres que la dopamina que brinda completar una labor. Incluso, un espacio libre en las tareas pendientes es un indicador de que algo no anda bien, por lo que ver que una lista de pendientes se hace más pequeña, detona la necesidad de llenar el espacio vacío. 

Una manera de romper con este ciclo es reinventar estas listas y su propósito. Así, el fin de tener estas listas no es completarla ni tachar un pendiente, sino transformarla en un método para mapear y priorizar tareas, nuevamente pensando en la configuración de la Matriz Eisenhower.

Este giro permite quitar pendientes de uno o varios cuadrantes que no son urgentes o importantes. Por supuesto, esto demanda un trabajo profundo para entender que algunas tareas no son importantes ahora mismo y que pueden esperar. Incluso, puedes considerar algunas tareas que quitarás de tus pendientes por completo, mientras entiendes que no priorizar no es el fin del mundo ni de tu carrera. 

Aprender a decir no

No debe extrañar que un workahólico sea malo delegando. Su impulso es hacer con sus propias manos el trabajo y disfrutan ser solicitados para hacer una tarea. Por esto mismo, son incapaces de confiar en otro para hacer su trabajo. 

Esta predisposición a decir que sí a todo puede combatirse. Por ejemplo, en el podcast WorkLife with Adam Grant, el profesor da algunos tips sobre cómo practica poder decir “no”. 

En su caso, Grant establece prioridades bajo tres pilares:

  • ¿A quién ayudar? Primero la familia, a sus estudiantes de segundo, sus colegas de tercero y todos los demás van cuartos.
  • ¿Cuándo ayudar? En momentos designados que no interfieran con mis objetivos.
  • ¿Cómo ayudar? En espacios donde tenga una contribución única para hacer.

Desde luego, el orden de relevancia sobre las personas que quieres ayudar puede variar, así como también el tiempo con el que dispones para ayudar. Sin embargo, estos momentos no deben interrumpir tus momentos de autocuidado. 

Para esto es importante comenzar a decir no. “Por ejemplo, di que no a cosas durante el almuerzo y antes o después de tu horario de trabajo. En últimas, este ejercicio es para recordar que tu tiempo es tuyo”.

Abraza el descanso y la recuperación

Hay amplia evidencia sobre el impacto positivo de descansar y recuperarse para aumentar nuestro bienestar. Por supuesto, para un workahólico estos espacios se transforman en molestias y pérdidas de tiempo. Y aunque parezca un contrasentido, esto es aún más importante cuando tenemos mucho por hacer.

Las investigadoras Sabine Sonnentag y Charlotte Fritz han descrito cuatro maneras para liberar esa tensión que produce el estado de alarma constante que hace que todo parezca urgente. 

  1. Desapego psicológico

Esto se trata de desconectarte mentalmente del trabajo cuando no estés en la oficina o hayas terminado tu jornada. Una manera de hacer más fácil esta desconexión, puedes obligarte a hacer actividades no relacionadas con el trabajo y que demanden tu atención en otros asuntos o personas. Por ejemplo, comienza a leer una saga de libros, cocina o ponte al día con un amigo.

  1. Actividad física

Además de ser bueno para nuestra salud, hacer ejercicio o deporte también ayuda a recuperarnos de trabajar, incluso aunque sea una actividad agotadora. Esto es especialmente cierto para los adictos al trabajo, para quienes hacer ejercicio o deporte en las noches les producía más felicidad y se sentían más descansados al día siguiente.  

  1. Relajación

También los ejercicios de meditación y de relajación como el yoga ayudan a desactivar tu sistema nervioso. En su trabajo con Workaholics Anonymous, muchas personas compartieron cómo habían encontrado maneras para relajarse. Una consultora clínica dijo que todas las mañanas, se toma unos minutos para jugar golf en su sala o escuchar música. También se ha comprometido a tomar dos pausas al día para respirar profundamente y lentamente tres o cuatro veces.

  1. Gana habilidades

En esta categoría pueden incluirse cualquier actividad no relacionada con el trabajo que rete a aprender y crecer. Por ejemplo, tomar un curso de cocina o carpintería. También practicar tocar un instrumento o aprender un nuevo idioma. Las posibilidades son inmensas, pero es importante escoger una actividad que realmente te relaje, pues se ha visto que esto proporciona mejores resultados.

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Romper con la adicción al trabajo requiere un cambio profundo en nuestra relación con la productividad y el descanso. Aprender a establecer límites claros, priorizar tareas realmente importantes, delegar responsabilidades y valorar genuinamente el tiempo de ocio no solo mejora nuestra salud mental y física, sino que, paradójicamente, puede hacernos más efectivos en nuestras labores. Como nos recuerda Clark: "Está bien hacer algo que encuentres placentero por el único fin de disfrutar".